Nonomura Heita, una estudiante de secundaria, se encarga del último pensionista que dejó en la casa de su abuelo después de que su abuela falleció. El huésped es un traductor llamado Miharu, que insiste en que Heita hacer un bentou para él todos los días. ¿Debería concederse tal deber a un niño de escuela secundaria? ¿O los deberes algún día van más allá de hacer bentou?